miércoles, 7 de julio de 2010

Fondos israelíes para una mezquita francesa

Por Christian Bouchet

“La integración será cuando los católicos llamen a su hijo Mohamed”, tal es la declaración que hizo, el último 1 de julio, en Canal Plus, en el transcurso de la emisión Le news show, Martin Hirsh (cuyos hijos se llaman Raphaëlle, Matilde y Juliette), ex presidente de Emmaüs France, presidente de la Agencia del servicio cívico y antiguo Alto comisario de las solidaridades activas contra la pobreza.

Semejante propuesta deja sin habla. Y sólo podemos preguntarnos sobre la confusión intelectual de su autor, a menos que éste sea simplemente… ¡sincero! En este caso, sólo habría hecho que expresar, de manera sin duda ingenua, la opinión de una parte de la hiper-clase a la cual nuestro hombre pertenece.

Sobre esta integración, un poco particular, otro representante de la hiperclase ha elegido, en cuanto a él, facilitarla. Se trata del riquísimo agente inmobiliario y promotor franco-israelí Robert Harush que decidió, como nos informa sobre eso el sitio web Ynet (1), financiar la reconstrucción de una de las dos mezquitas de Montereau (77).

Es bastante extraño que no se le haya ocurrido la idea, a este interesante personaje que vive en Ashkelon, ciudad dónde los musulmanes están mucho menos favorecidos que en Montereau ya que la única mezquita del municipio fue expropiada por el Estado y transformada en museo, de financiar la construcción de un lugar de culto musulmán en su ciudad de residencia. Muy al contrario, en Ashkelon, como nos lo precisa Ynet, hizo construir “la mayor y más grandiosa sinagoga de la ciudad”, así como un edificio para los baños rituales.

Pero, como declaraba él mismo, Robert Harush está “cansado del odio” y ha decidido hacer algo “para acercar a los pueblos” y para ayudar a su “convivencia”. Con toda lógica, pues, decidió invertir una suma considerable para renovar totalmente una mezquita… ¡en Francia!

En los países anglosajones, se denomina reflejo NIMBY (not in my backyard) (no en mi patio trasero, N. del T.) a este comportamiento que consiste en imponer a otros, en nombre del bien común, lo que no se está dispuesto en absoluto a aceptar para uno mismo…

Entonces, de Martin Hirsch a Robert Harush, del que querría que bautizásemos a nuestro niño como Mohamed, pero que llama a los suyos Raphaëlle, Matilde y Juliette, hasta el que subvenciona una mezquita en nuestra casa construyendo una sinagoga “en su casa”, hay una lógica clara que hay que ser ciego para no ver, y estúpido para no comprender…


Sacado de: http://www.tribunadeeuropa.com/?p=2224

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