jueves, 8 de julio de 2010

Orgullo gUay

Por Guillermo Moreno

Me da lo mismo que me llamen homófobo, fascista u hombre de la caverna. Pero igual que algunos no se quitan de la boca el "a quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga, yo soy así, nunca cambiaré", yo también voy a ejercer el sagrado derecho de la libertad de expresión para escribir lo que me da la real gana. Espero que a algún grupo no le importe lo que yo diga y menos aún lo que yo haga.... como tanto reclaman ellos (los gUays). Tengo el mismo derecho a mostrar mi opinión que ellos a ponerse el tanga de leopardo y pegar botes desatados. Y si les importa, ajo y agua.

Me da mucha pena el día del Orgullo gUay por muchos motivos. Me produce repelús ver a los osos peludos subidos a las carrozas, grima ver a las musculocas con los taparrabos de cuero, a los travestis morreándose, a los truchas locos multiplicando hasta el infinito su pluma y a las lesbianas marimachochos metiéndose mano a las seis de la tarde delante de La Cibeles. Son libres, hacen lo que quieren y están en su derecho. Perfecto, pero si esa es la manera de estar orgullosos de algo, me parece muy triste.

No me entra en la cabeza que estos señores tengan durante 4 días colapsado un barrio céntrico de Madrid obligando a muchos de sus sufridos vecinos a marcharse a otra parte para no volverse locos. Ya sé que me dirán que no mire y que no asista a la fiesta. Es lo que hago. Ya asístí a unas cuentas cabalgatas durante varios años y prometí no volver más ante la degeneración que se veía por allí... Y no, no soy un curilla mojigato, ni un neocom liberal, ni un pardillo asustadizo.

Es un placer dialogar, tomar copas, hablar de cine, de política, de música, de ropa o de fútbol, con mis conocidos homosexuales que huyen como de la peste de Madrid durante los días de 'su' semana. Les molesta que lo que comenzó hace años como una reivindicación de derechos se haya convertido en un circo y una pantomina que no hace ningún bien al colectivo ante la opinión pública. "Homosexual es el catedrático de derecho, el redactor de un periódico o el jefe de cirugía de un hospital. Eso es lo que tiene que tener claro la sociedad. Lo que es un gran error es que la gente relacione al mundo gay con el loco desatado que se sube en pelotas a una carroza a mover el culo con desenfreno. Ya somos muchos los que dejamos de ir y cada vez seremos más como las cosas no cambien", me comentaba un amigo dedicado a la moda hace unos días.

Supongo que a toda la progresía le daría mucha grima una Semana del Orgullo de los heterosexuales, de los antiaborto, de los pro ETA, de los nazis, de los amantes del pescaíto frito o de los devotos del botellín de Mahou, que posiblemente sean bastantes más que los gUays. Estos colectivos, si se lo proponen, también podrían tener su derecho a manifestar aquello de lo que están orgullos.... ¿Qué diría Zerolo si hubiese una semana del Orgullo de la raza aría y Madrid se llenase de fascistas y skinheads brazo en alto venidos de toda Europa? ¿O una semana del orgullo anorexico y se llenase de adolescentes de 32 kilos con brazos como palillos reclamando su derecho a morirse digamente de hambre?

Ya tienen casi todo con lo que soñaban: se pueden casar, ocupan ministerios, son un lobby con poder, son una moda, pero, como los nacionalistas, siempre quieren más. Ahora, el próximo objetivo es luchar para que los transexuales y las lesbianas tengan mayor presencia. El objetivo futuro podría ser que una Carmen de Mairena o una Terremoto de Alcorcón llegasen a ocupar un Ministerio. Tiempo al tiempo.

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